Pintora de formación y vocación, Ana Sánchez lleva años trabajando con las manos sin tocar un pincel, y sin embargo no quiere desprenderse de su naturaleza intrínsecamente pictórica. Su imaginación nómada le hace caminar entre materiales, formas y elementos llevándola a una recuperación constante de lo clásico con en una mirada personal y evocadora.
Ana Sánchez nos describe su trabajo:
“…Trabajo con textos, palabras, libros, en una búsqueda emocional, matérica y rítmica. Utilizo cada palabra, cada letra, cada libro, como sensación o como nota musical buscando la creación de partituras emocionales, melodías matéricas.
Descontextualizando la palabra y sus vías de expresión: el libro, la revista, el cartel publicitario, busco encontrar una posibilidad comunicativa más allá de la significación del lenguaje en sí; la palabra existe pero no cuenta: canta.
El objetivo es una construcción articulada a base de fragmentos, como el pensamiento; páginas o carteles guillotinados que se entretejen, ocupando toda la superficie del soporte, como una idea recurrente.
La textura de los materiales y su corporeidad juegan un papel fundamental en mi trabajo. Se trata de una obra explícitamente matérica. Disfruto de las calidades físicas, cromáticas y táctiles de los diferentes carteles o libros que son tratados como materia pictórica. Este modo de trabajar supone un extrañamiento de la pintura, que se acerca a lo escultórico..
Compongo el cuadro con fragmentos de textos utilizándolos como “golpes de pincelada”- y no como collage-, llevando lo pictórico a los dominios del mosaico.
Trabajo con la repetición, la ruptura y el desplazamiento, en un proceso de búsqueda de organizaciones rítmicas.
Los pedazos se articulan formando una retícula donde cada elemento habita en un sistema de relaciones que remiten incesantemente a un ritmo, a una pulsión.
El ritmo es una forma de tiempo. En el espacio plástico, su manifestación acaso más nítida es la repetición de un trazo, la reiterada repetición de un «motivo’.”