A PUNTO DE – LA VENTANA AMARILLA DE DANIELA MIAZZO
La búsqueda del yo interior es una constante en el trabajo del artista. La necesidad de encontrar una voz única y auténtica es un proceso emocional y complejo que puede llevar a la frustración y la ansiedad. Este proceso se vuelve aún más complicado cuando el artista busca la aprobación del espectador. El deseo de ser aceptado y valorado por otros puede llevar a la autocensura y la ocultación de las verdaderas emociones, lo que genera una sensación de deshumanización y desconexión con uno mismo.
Ortega y Gasset, en su libro «La deshumanización del arte», argumenta que la deshumanización se produce cuando el arte se convierte en una mercancía, cuando pierde su sentido estético y se reduce a un objeto utilitario. En el caso del artista contemporáneo, la deshumanización se produce cuando el artista se siente obligado a crear obras de arte que sean comercialmente viables y aceptadas por el mercado. La necesidad de agradar al público puede llevar al artista a abandonar su verdadera voz y a crear obras de arte que carecen de autenticidad y profundidad emocional. Pero qué pasa si el artista necesita crear para investigar, para crecer y experimentar hasta donde está dispuesto a llegar. ¿Es menos arte?
Ante esa sensación el artista experimenta la frustración. Se siente presionado por el mercado y por el público para crear obras de arte que cumplan con ciertas expectativas y normas preestablecidas. Y esto solo lleva a la autocensura y a la ocultación de las verdaderas emociones y experiencias del artista. Lo que lleva al artista a vivir en una especie de prisión emocional en la que se ve obligado a negar sus sentimientos y emociones auténticas.
Sin embargo, Ortega y Gasset también argumentan que la deshumanización del arte puede superarse si el artista es capaz de encontrar una nueva voz auténtica y liberadora. Esto implica un proceso de búsqueda interior en el que el artista se compromete a ser honesto consigo mismo y a expresar sus verdaderas emociones y sentimientos en su obra de arte. Al hacerlo, el artista puede encontrar una nueva forma de conexión con su yo interior y con el mundo que lo rodea.
Esa es la esencia misma de Daniela Miazzo, que lucha a diario por alzar su voz sin negarse a la experimentación y al deseo de crecer.