Skuad de Le Petit Kaiser

 

UN MILLENIAL en la cotidianeidad del arte.

Para muchos este podría ser el resumen del trabajo de Le Petit Kaiser, no sin antes sumarle las posibles referencias a los artistas del POP ART de finales de los años 80 del siglo XX. Sin embargo, la obra de Le Petit Kaiser nos habla de unas personas que se niegan a hacerse mayor manteniendo los patrones de generaciones anteriores.

Para “Skuad” Kaiser se convierte en cronista de su tiempo y actúa como retratista de los personajes que le rodean: una pandilla de amigos que sigue unida y que, a la vez, se echa de menos.

En esta, su primera exposición individual, Kaiser nos muestra a su peculiar familia, a través de esa reconocible visión infantil (característica de su trabajo) que nos transporta al recuerdo de jugar con muñecos y ver dibujos animados. Una aparente, aunque compleja, sencillez que dota a sus piezas de cercanía y de reconocimiento inmediato.

Los protagonistas de “Skuad” son el resultado de una extrapolada visión del mundo de las pandillas de barrio, del grupo de amigos de siempre a los que la vida los mantiene unidos a pesar de la distancia y las diferencias personales. Un escaparate de momentos y vivencias colorista, en el que la nostalgia lleva impresa el humor como parte vital del discurso del artista.

Además de su innegable talento, Le Petit Kaiser es, además, un trabajador sin límites y su taller es el resultado de la experimentación, en incansables jornadas laborales (día y noche) en el que su producción aumenta a la rapidez que sus inquietudes artísticas y personales.

Envuelto en un aura de artista urbano, que le confiere un status muy actual, Kaiser ha conseguido hacer de su expresión un símbolo generacional, libre de prejuicios y etiquetas, un espejo en el que se miran sus contemporáneos y que reflexiona sobre el encorsetado sistema social actual.

De la anécdota de una colilla desechada a la necesidad de mostrar tu mejor perfil en redes sociales aunque no te apetezca. La inmediatez, la madurez controlada que nos permite seguir siendo niños y la firme convicción de que su trabajo es el reflejo, constante, de su entorno; sea este compartido, alabado o criticado.

La necesidad de ser uno mismo está por encima de la imagen que otras personas tienen de nosotros.

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ARTISTAS EN LA EXPOSICIÓN


Eryk Pall

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